solo una parte es verdad.
Lo que no aconteció
y pudo haber sucedido
no he tenido más remedio
que inventarlo para ti.
De Torre de Juan Abad
a la Venta de los Santos.
Desde Chiclana, a lo lejos
más de sesenta soldados
del marqués de Caracena
con hábito de Santiago.
De Castellar ha salido
una doble compañía
de cristianos y de moros.
A ambos lados del camino
dos bellos grupos de danza.
¡Qué hermosa policromía
entre montes, lentiscares,
encinares y jarales!
El redoble de las cajas,
el tronar de los tambores,
dulzor de la chirimía...
Los caballos galopando
y las mocitas bailando
los sones de los cantores
Santisteban los recibe
con desmesurado anhelo,
un escuadrón de soldados
y las campanas al vuelo.
queso y vino para todos...!
en los pueblos del Condado.
asomando las cabezas
donde ven un agujero.
o de pie en los balcones
que lucen engalanados
con tapices, colchas nuevas
o con tapetes bordados.
en la plaza principal,
las zagalas y zagales
van y vienen sin cesar,
riendo, muy azorados
y es que el Rey va a saludar
desde el balcón del Palacio,
porque Olivares le ha dicho:
-"Majestad, acabad presto,
Terminada la comida
y echarse una buena siesta.
que no acaba la fiesta
En palacio están inquietos
-"¡Vámonos a Castellar!"
Que enjaecen los caballos ,
preparad cuatro carrozas,
enviad un emisario
que anuncie nuestra llegada,
que le compongan al Rey
la mejor habitación
con sábanas de hilo fino,
edredones de plumón,
que coloquen diez braseros,
enciendan el hogueril,
haya orden en Palacio,
que atenciones haya mil,
ni deprisa, ni despacio
que pasando de las tres
podemos estar llegando.
Mediada la tarde es
y el ayuda de cámara
de Don Felipe anuncia
a quienes con él han ido,
que ya viene de camino.
para remediar la sed
de la digestión pesada
y de la seca garganta.
El Rey, el Cardenal Zapata,
Francisco de Benavides
les relata con minucia
el origen del Condado,
las batallas y las lides
por esos campos de España.
Les habla de su apellido,


Se apercibe que el monarca ha bostezado dos veces
y antes de que sean tres
le cambia el tercio y de caza
le cuenta lo que hay allí:
desde el ciervo al jabalí,
la chocha, la codorniz
o del conejo a la liebre,
la tórtola o la perdiz.
meditando, pensativo...
Llama a los dos y les habla,
señalando con el dedo
del lugar que ha de ocupar
la Capilla de Santiago
que allí piensa edificar.
-¿Con capellaes, senor?
( le dice el de Portalegre )
que hará que se cumpla el culto,
el trabajo y la oración,
así como la instrucción,
pues quiero que también sepan
que detrás irá un Colegio
donde puedan estudiar
los hijos de Castellar,
de Santisteban y Navas.
fincas, olivas y huertos que tengo en este lugar
y en Peal y en Villanueva,
en Ibros y en Sorihuela,
en Santisteban, la Iruela,
en Linares y en Arquillos,
Úbeda y Villacarrillo...
-Deteneos, Ilustrísima
que me están entrando ganas
de meterme a monaguillo,
aunque más bien por mi edad
debería ser sacristán,
pues no llego a Capellán.
Ciencia no os falta, Quevedo.
vocación sacerdotal.Ya sé que habéis estudiado
allá en Alcalá de Henares,
primeras letras, Madrid
y también en Salamanca,
incluido Valladolid,
donde yo también estuve,
- (Lo sabe todo este hombre...)
que colmasteis la paciencia
de vuestros cien preceptores.
Sé algo de vuestra obra,
el filo de vuestra pluma
y los fustazos que dais
a todo aquel que presuma
de creerse superior
al resto de los mortales.
Me río con vuestra ironía
y pienso, al fin, como vos:
"vanidad de vanidades...."
Sigo contándoos mis planes:
Deseo ser enterrado
al pie del Altar Mayor.
-¡Qué cosas decís, por Dios!.
¡Se me ha erizado el cabello!.
Pobre Capellán Mayor,
oficiando una Misa
y pensando que a sus pies
estáis vos en camisa
y que una mano liviana
con una leve sonrisa
y le recuerda al poeta
que desde "el más allá"
ningún humano retorna.
Se ofrece, al fin, Quevedo
para administrar su hacienda
hasta que llegue el momento
de tan singular evento.
Y Don Mendo lo intimida
con mirada inquisidora
y la gravedad se agrava
por el tono de la voz
solemne, firme, tajante.
En monocorde sonido
emite la letanía
de la imposición perpetua
que a sus bienes manifiesta:
Nadie podrá enajenar,
vender, trocar o cambiar.
Y serán inalienables
y también imprescriptibles,
ni se podrá impetrar
licencia a Su Santidad
ni de Juez o Superior
y el que intente contravenir
en algo esta condición
nula será dicha venta
o contrato que se hiciere
e incurrirá en la pena
de perjuro y de Derecho
más la del Sumo Pontífice
al que enajene los bienes
de esta Santa Madre Iglesia
Ésta fue la voluntad
de un hombre que quiso dar
su hacienda por la cultura
de su amado Castellar
y las villas dichas ya.
Miguel Colomer Hidalgo
Me vino a la memoria el final de
“Bienvenido, Mister Marshall” donde Berlanga quiso reflejar la
desilusión, soledad y tristeza que aquellas gentes dejaron a su paso
por aquella villa, simbolizándolo con una banderita arrastrada por
el agua tras la lluvia. (había llovido y eso era más importante).

