UNA PARTIDA DE BOLAS 2

Al terminar de escribir este pequeño recordatorio de lo que fue o pudo haber sido un día cualquiera de aquellos chiquillos que inundaban las calles para llenarlas de vida, me ha parecido que estaba incompleto y he decidido hacerlo a modo de epílogo.

Vaya, en primer lugar, el reconocimiento a estos cuatro amigos que partieron demasiado pronto, dejándonos el recuerdo de tan buenos momentos y lo más importante: su ejemplo como buenas personas, sin el menor reproche hacia ellos a lo largo de nuestras vidas.

Este era un día de verano, como otro cualquiera, entre finales de los cincuenta o principio de los sesenta. Tocaba temporada de “bolas”, que alternábamos con la “piola”, “Sevilla”, “picos, zorros trasla”, “la hoya”, “el abejorro”, “la pita”, “el marro”, “la paloma”, “la rula”, “los castros”, “el escondite”, “la llevas”, “las cholas”, “la taba” y cuando la lluvia había reblandecido la tierra: “el romo”. Éstos eran juegos de chicos, las niñas “huían” de lo “burros” que éramos.
Y porque no hemos hablado de los “espoliques”, puñetazos o las cornadas que te metía el que hacía de toro en nuestros encierros, sin olvidar los cintazos si no había cornamenta, los guantazos del “abejorro” te podían tirar o tambalear...no era menos delicado “las tabas” con sus cuatro caras: rey, verdugo, panza y lapo. Aquí nadie se enfadaba y si lo hacía lo echábamos a la mierda (con perdón) y no volvía a jugar si a los dos o tres días no “pedía disculpas”. Dura lex, que dirían los romanos.
No obstante, también había juegos que compartíamos con las niñas (hermanas, primas, amigas...)
Podían ser: “pollito inglés”, “el lebrillo”, “juego mudo es”, “las películas” o “los castros”. Había entre ellas quienes corrían como liebres.

¿Desde cuándo existían estos juegos? ¿Quiénes pusieron estos nombres? ¿Cómo unos niños se imponían unas leyes tan duras?

Recuerdo que no todas las “bolas” tenían el mismo nombre, ni eran igual.

BOLA: De barro cocido, un eje de un centímetro aprox, y un precio de cinco céntimos.
BOLÓN:También de barro, algo mayor y diez céntimos era su precio.
CHINA: De piedra (cuarzo) tamaño similar a la bola, solía estar teñida de rojo, verde o azul y su
valor era de cincuenta céntimos.
CRISTALA: Cristal policromado, precio: una peseta.
METALA: De acero, varios tamaños, difícil de conseguir; procedencia, rodamientos.

GUA:Hoyo de unos ocho centímetros de diámetro y tres o cuatro de profundidad. Si era de nueva creación se hacía girando dos o tres veces sobre el tacón del zapato.

Voy a tratar de recordar la jerga que empleábamos en nuestro juego.

MELOSA: Tiro suave.
APLOMAO: Tiro parabólico.
PICÓN O TITE: Golpe seco a la bola.
CHASPIANDO:Pasar la bola rozando.
RASPIÓN: Toque ligero en el borde de la bola.
REGUERILLA: Camino simulado, que, en ocasiones, facilita el tiro.
TINOSO: Gran puntería. Era célebre EL TINOSO LAS ALDEAS. Nadie supo quién era, ni cuando existió, pero su nombre quedó para la “historia”.
FULLERO: El que hace trampas o miente.
¡QUE GACHÓN!: Halago a la buena jugada.
¡QUE BONICO!: Qué listo o qué gracioso (en sentido irónico)
IR DE VERAS: Nada de bromas o tolerancia.
ARRUCHE: Arruinado. Estar arruche o arruchao.
MALA PUNTERÍA: Este apunta al norte y se va al sur...
BOLLO: Defecto, abultamiento en la bola.
PIQUETE: Deterioro en la bola.
SANTOS: Una de las caras de la funda de las cajas de cerillas. Podían se cromos , pero esto era
“demasiado lujo”.
TALEGUILLA: Bolsita de tela, que cierra la boca mediante una cinta. Se usa para guardar santos,
bolas, etc.
SEJA PA TRAS: Retrocede.
FUA: Prueba.
¡LIMPIO!: Limpiar la distancia entre el contrincante para facilitar el tiro.
¡SUCIO!: No tocar dicho espacio. Quien de los dos lo dijese antes así se haría.
ME MIDO: Cambiar de lugar con respecto al gua para facilitar con ventaja el disparo.
A SALVO: Esconder la bola en un agujero, de manera que era casi imposible darle.
PRIMERA, SEGUNDA, TERCERA, PIE QUE LO ES, TUTE, MATUTE (no frecuente) Y
¡GUA!

Hemos ido llegando al final y me quedo más conforme. De todas formas, algo falta, también es verdad que hace tiempo que eché la última partida...Ya ves, a medida que iba escribiendo me parecía que fue ayer. Los cinco o seis “campos” en la zona que bordeaba La Plaza, o en La Glorieta, La Hoya o La Lonja de la Colegiata se veían llenos de chavales con ese pequeño bullicio que los caracterizaba.

No cabe duda de que los tiempos actuales son mucho mejores. Hoy los niños no tienen “cascarrias”, aquellas que nuestras madres se desesperaban, frotando con un estropajo nuestras rodillas (no eran otra cosa que la piel curtida del frío) porque parecía suciedad. Tampoco tienen sabañones en las orejas y además huelen muy bien. Decía alguien a quien iban a fusilar: “Me podéis quitar todo menos una cosa: EL MIEDO”. Miro hacia atrás y me sonrío pensando que nadie me puede quitar la ILUSIÓN, la ADMIRACIÓN por las cosas sencillas y la ACEPTACIÓN de lo bueno y lo malo.

Y nada más.

Miguel Colomer Hidalgo
diciembre 2015


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