Gracias a las manos que me bautizaron y me hicieron hijo de la Iglesia Católica.
Gracias a las manos que cambiaron los pañales cientos de veces y me pusieron “ Bálsamo Bebé” o polvos de talco si estaba escocido.
Gracias a las manos que me acercaban al pecho para tomar mis primeros alimentos, que me lavaban con todo el cuidado de que el agua estuviese a la adecuada temperatura y luego me ponían los trajecitos que tenían preparados sin conocerme todavía.
Gracias a las manos que me sacaron a la calle por primera vez y vi la luz de mi querido pueblo
Gracias a esas manos que me daban las primeras papillas con toda paciencia, porque ya los finales no los quería y había que tomarse hasta la última cucharada.
Gracias a esas manos que me enseñaron a coordinar los primeros movimientos con cancioncillas como “ Cinco lobitos” o “Pon, pon...”, a decir “adiós” o a señalar con el dedo índice que tenía un añito.
Gracias a esas manos que me sujetaban cuando empezaba a dar los primeros pasos, que me decían “eso no se toca” para evitar los peligros o me hacían “coquillas” para reír y jugaban conmigo para hacerme feliz.
Gracias a esas manos que ataban los cordones de mis primeros zapatos y curaban las heridas de mis rodillas. Que me abrazaban y me dieron todo su AMOR.
Miguel
Colomer Hidalgo 18 de mayo de 2020
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